Como “pobre y mediocre”. Así
califica un estudio de la Red de Lectura y Escritura en Educación Superior,
Redlees, el nivel de lectura y escritura de los estudiantes primíparos
del país.
El estudio, que se realizó en
conjunto con la Universidad de la Sabana, hizo un análisis del nivel de
lectoescritura de los alumnos que cursan entre primer y segundo semestre de 13
universidades colombianas (ver microformato).
Según este informe, “los estudiantes
de primer año de universidad no saben escribir un ensayo, tienen mala
ortografía y carecen de competencias en compresión de lectura”.
La investigación
indica que las escuelas carecen de políticas institucionales que
fortalezcan las competencias en lenguaje.
La educación media es vital para
el desarrollo académico del alumno. Y según el estudio, en esta etapa los
jóvenes no desarrollan habilidades lingüísticas necesarias para obtener
un conocimiento básico en el manejo de la lengua española, lo que les impide
desarrollar textos de mayor nivel académico en la universidad.
El informe devela en cifras que
el 47 % de los estudiantes ni siquiera alcanza el nivel medio de desempeño en
las competencias de comprensión de lectura en las pruebas internacionales.
La socióloga Viviana Helena Erazo
afirma que la baja calidad de la educación en el país es una de las causantes
de esta situación. “En los colegios no se promueve el hábito de leer; por el
contrario, se enseña una lectura instrumental en la que los jóvenes solo leen
lo necesario para un trabajo específico o para dar una determinada respuesta.
Las escuelas, si bien son un
espacio de formación, actualmente muchas no cumplen esta misión y son más un
espacio de contención en el que muchos docentes tienen bajas expectativas y
baja exigencia frente a los procesos educativos de los estudiantes”.
Por otro lado, Mariano Lozano,
profesor del Departamento de Lengua de la Universidad de la Sabana y uno de los
principales investigadores del estudio comenta que “el estudiante por lo
general es muy descuidado con la ortografía, especialmente con la puntuación y
acentuación; en el bachillerato, en clase de español o literatura, poco se les
enseña respecto al manejo de normas ortográficas”.
Para Óscar Ortega, profesor del
Departamento de Lenguaje de la Universidad Icesi, todos somos responsables de
esta situación, no podemos darnos el lujo de conocer el problema y seguir como
si nada estuviese pasando. Pasa y es muy grave que nuestros estudiantes, pero
también los profesores, padres, madres, políticos, empresarios, etc., tengan un
nivel bajo o mediocre de lectura. Eso supone una sociedad mediocre.
Comprensión deficiente
Según recientes resultados
del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), que evalúa a
estudiantes de 15 años en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias
naturales, el 47 % de los bachilleres colombianos está por debajo del
nivel mínimo de la prueba o Nivel 2.
Otras pruebas internacionales,
como PIRLS (Estudio Internacional del Progreso de Competencia Lectora) que se
realiza en 48 países y que en el último estudio evaluó a 3966 alumnos, de entre
9 y 10 años, confirma que el nivel de desempeño en competencia lectora es muy
bajo, teniendo el estudiante colombiano un puntaje promedio de 448 (nivel bajo)
de 675 (nivel avanzado), lo que repercute en el bachillerato en una comprensión
deficiente del proceso de lectura.
Por tal motivo, es difícil para
el alumno hallar diferencia alguna entre el proceso lector que desarrollaron en
el colegio y el que desarrollan en la universidad.
Carlos Esteban Fernández,
estudiante de primer semestre de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO,
evidencia que “el paso del colegio a la universidad es fuerte, ya que uno
se está formando con la mentalidad de leer o estudiar estrictamente para llegar
a la universidad. Veo mucha falencia en los hábitos de lectura por ser los
textos un poco extensos, lo que complica la comprensión de estos”.
Consecuencias
Según Óscar Ortega, “las
consecuencias de no saber leer ni escribir bien genera una sociedad sin
aspiraciones ni historia. Si los ciudadanos no leen ni escriben no tendrán
oportunidad de conocer otros mundos ni de ser críticos (con ellos mismos y con
otros). Es decir, una sociedad débil, manipulable y falsa”.
En Colombia existe un
empobrecimiento cultural generalizado y eso pasa por el desinterés de los
colegios y los padres, comenta Germán Ayala, profesor de humanidades,
comunicador social y politólogo. “La situación de los maestros
actualmente es mal paga en los colegios públicos. En los años 80 las
instituciones públicas fueron ejemplo, hoy muy pocas quedan de calidad porque
la educación se privatizó”.
Las consecuencias representan
factores que desestimulan el gusto por saber o conocer. No hay apropiación del
conocimiento. Se padece de pobreza mental, cultural y social, considera
Ayala.
Otro elemento a considerar es la
forma como evalúan a los estudiantes, que cada vez son considerados ‘clientes’,
entonces, poco les exigen. Por eso no se lee, no se escribe y minoritariamente
se pierde el año en el colegio, afirma el politólogo.
“Los libros en Colombia son
costosos”, prosigue Ayala. En Argentina y en México, por ejemplo, son mucho más
económicos. Y no hay campañas permanentes del Estado colombiano u otras organizaciones
que utilicen los medios masivos de comunicación para promover la lectura.
“El sistema educativo no motiva a
los estudiantes a leer. Cuando les ponen lecturas, son lecturas incomprensibles
que no tienen un método de apreciación ni apropiación. En estos momentos tengo
una estudiante supremamente lectora, es estadounidense y allá hay otro
proceso en los colegios de involucramiento con la lectura”, afirma Carmen
Cecilia Rivera, investigadora y docente de primíparos de la UAO.
“El primer principio de la
educación es la imitación. Los padres tienen que ser ejemplo principal para los
niños desde temprana edad y que sean ellos los que incentiven la lectura y
escritura. Si en la escuela se obliga a leer, no cambiará nada. Si en el
Ministerio de Educación no se diseñan planes y promociones de lecturas,
tampoco, y si las editoriales no elaboran planes orientados a ello, mucho
menos. Todos somos responsables”, concluye Lizandro Penagos, docente con
maestría en Literatura Colombiana y Latinoamericana de la Universidad del
Valle.
Consejos prácticos
El literato Jairo Benavides, quien cuenta con una
maestría en Literatura, de la Universidad del Valle, brinda algunos consejos
para que los jóvenes lean y escriban bien:
- Definir un horario de lectura y escritura semanal, mejor si se hace en un lugar como la biblioteca, donde se tiene material bibliográfico para consultar.
- Disponer de un libro de literatura clásica para leer en momentos de tiempo libre. Con esto, podrá cualificar su nivel de lectura.
- Organizar grupo de estudio en las asignaturas para realizar lectura colaborativa. Esto se logra, además, con grupos de investigación y de lectura que muchas veces se encuentran en las universidades.
- Cuando se escriba un texto de cualquier temática, procurar leérselo a una persona cercana para solicitar comentarios, puntos de vista, percepciones, etc.
Cómo ayudan las
universidades caleñas
Desde hace año y medio se ha
conformado la Red Latinoamericana de Centros y Programas de Escritura, a la que
pertenecen diferentes universidades de Cali.
Una de ellas, es la
Pontificia Universidad Javeriana con su Centro de Escritura Javeriano. En él se
ofrecen tutorías personalizadas para estudiantes de todas las carreras teniendo
como objetivo el acompañamiento en la realización de textos académicos en todas
sus fases; desde la planeación hasta la realización.
Los tutores de esta
universidad son seleccionados y formados profesionalmente para el
desenvolvimiento y el apoyo a los estudiantes. El Centro de Escritura Javeriano
es el primero en Colombia y uno de los primeros en América Latina.
Por su lado, la
Icesi, luego de varios talleres ofrecidos en 2012, el Programa de
Incorporación de la Escritura como Estrategia Didáctica capacitó a un grupo de
tutores para crear su Centro de Escritura. Todo este proceso de capacitación
fue apoyado por el Centro de Español de la Universidad de Los Andes.
Isabel Echeverri Soto,
directora del Centro de Escritura de la Universidad Icesi, cuenta que “en 2012
empezamos a notar una serie de dificultades en los estudiantes cuando
ingresaban a la universidad en temas de lectura, escritura y oralidad.
Entonces decidimos hacer una reforma de los cursos y creamos el Centro de
Escritura como un espacio físico para que los estudiantes puedan llevar textos
antes de entregarlos a sus profesores para mejorarlos en cuanto a la
construcción de sentido”.
Un valor agregado de
este Centro, prosigue Echeverri, “es que se tiene 100 % el acompañamiento
administrativo, la rectoría nos brinda apoyo de tipo económico o de
capacitación”.
La Universidad Santiago de
Cali también cuenta con el Centro de Escritura, Lectura y Oralidad Académica,
Celoa, que tiene como misión fortalecer, a través del currículo, las
competencias comunicativas propias de los ambientes académicos universitarios
como: lectura, escritura y oralidad, disminuyendo los niveles de repitencia y
deserción.
También, la Universidad
Autónoma de Occidente tiene en sus instalaciones el Centro de Lectura y
Escritura, Celee.
Así, muchas otras universidades
del país cuentan con cursos y programas para el mejoramiento de la lectura y
escritura de los estudiantes.

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