En
un país como Colombia el deporte para algunos, es visto como una oportunidad de
emprender una actividad física, para otros, una competencia entre rivales, y
para el resto, un motivo de unión, festejo y alegría. Pero realmente, ¿ha
pensado alguna vez el deporte como alternativa para alejarse de la violencia?
En
el siguiente artículo conocerá tres
historias en donde se refleja el deporte como mecanismo de construcción de
paz y como medio de resignificación de vida de los jóvenes.
Un knock-out a la violencia
En
el barrio El Retiro, ubicado en la comuna 15 en el Distrito de Aguablanca se
desarrolla un proyecto llamado “El saco
de las emociones”, o al menos así lo nombró Gustavo Mosquera Ibargüen,
exboxeador y ahora entrenador, encargado de que los jóvenes por medio del boxeo
se alejen de las calles, las drogas y el conflicto que azota día a día a uno de
los barrios más conflictivos de la ciudad.
Este
caleño, con 43 años y (1.59 mts) de estatura, encontró por medio de este
deporte una alternativa para que jóvenes que viven en sectores vulnerables,
logren a través de los golpes, darle un knock-out a la violencia.
Gustavo
empezó entrenando boxeo desde sus 16 años, pero no precisamente para alejarse
de la violencia, sino que utilizó esta disciplina para entrenar más fuerte y
ser más defensivo a la hora del conflicto. “En mi juventud le pedía a Dios
poder llegar a los 18 años. Solo me importaba estar siempre con la cédula en
mano para que me reconocieran. Nunca imaginé estar en donde estoy”, asegura el
pugilista.
Las
drogas, el conflicto y la pobreza no le ganaron la pelea al exboxeador, ni
mucho menos una puñalada cerca al corazón. Sus ganas de salir adelante lo han
llevado victorioso en cada round que le ha puesto el destino. Por ejemplo, la
llegada con despojo al barrio El Retiro en una volqueta o la muerte de sus dos
hermanos, Carlos Enrique y Jhon Jairo, ambos con 18 años.
Sin
embargo, con el paso del tiempo, al ver unos guantes y unos sacos de boxeo, Mosquera
se enamoró de este deporte y quiso, por medio de él, sacar a sus padres, María
Valentina y José Manuel y a toda su familia adelante. Relata que, “los primeros
días vi el boxeo como una herramienta para seguir haciendo daño, pero al entrar
al Coliseo y ver al profesor Jorge Aguirre (el mismo que ayudó a Jhonatan ‘El
Momo’ Romero, a Ingrit Lorena Valencia y a Óscar Rivas), hablándole a los
chicos, no solo de cómo pegarle a un saco de boxeo con una técnica adecuada
sino de los valores que un deporte puede traer consigo, hizo que mi perspectiva
cambiara totalmente”.
Decidió
entonces hacerse a un lado de la pandilla en la que se encontraba vinculado.
“Les aclaré que no iba a hacer más daño en el barrio y que iba a centrarme en
el boxeo; le di la mano a cada uno, pero infortunadamente el día de hoy la
mayoría de ellos no se encuentran vivos”, cuenta Gustavo.
Dos
grandes del boxeo, Miguel 'Happy' Lora y Mike Tyson, fueron el ejemplo a seguir
de este expugilista. Hizo parte de la Selección Colombia en los Juegos
Olímpicos de Atlanta 1996, estuvo en varios campeonatos nacionales y conoció
gran parte de Colombia. Sin embargo, él pensaba que con medallas y trofeos no
iba a ayudar de ninguna manera a los que lo necesitaban. Se retiró como boxeador
y creó ‘El saco de las emociones’.
Con
este proyecto, Mosquera Ibargüen, sale todos los días de su casa con dos sacos
en su hombro, uno rojo y uno amarillo. El rojo, lo utiliza para que las
personas recuerden las cosas malas y se desahoguen en él dando golpes; el
amarillo por su parte, es para perdonar. A este último no se le pega sino que
se le abraza.
Dos
horas diarias son suficientes para que 36 niños del barrio El Retiro y barrios
aledaños como El Vallado y Mójica, en el Distrito de Aguablanca, (la mayoría
incursionados en pandillas) lancen puños al aire e intenten encontrar otro
camino. Gustavo, por su parte, sigue ganándose el respeto a mano limpia, en un
barrio que tiene el 95% en condición de pobreza y el 35%, en condición de indigencia.
El
saco de las emociones lleva 6 años en funcionamiento, sin embargo, los niños
del barrio esperan que sea un proyecto que no tenga fin. Los entrenamientos se
dan en la cancha principal del barrio El Retiro, en el Coliseo del Pueblo y en
el Coliseo Mariano Ramos.
Jorge
Aguirre, entrenador de la Liga Vallecaucana de Boxeo, es un colaborador vital en
‘El saco de las emociones’. Cuenta Gustavo, “él y la Liga me han estado
apoyando en todo. También tengo apoyos de fundaciones como Gases de Occidente y
la Fundación Carvajal, sin embargo, debemos seguir comprometidos con este
proyecto”.
Por
su parte, Jaime Cuéllar Vargas, Presidente de la Liga Vallecaucana de Boxeo,
afirma “el proyecto del ‘saco de las emociones’ es un ejemplo claro para
afirmar que por medio del deporte sí se puede alejar a los jóvenes de la
violencia y Gustavo, es un personaje vital en el desarrollo de este proceso.
Pasó por nuestras instalaciones y ahora está replicando lo que aprendió”.
Jimmy,
chico de 18 años, quien hace parte de este proyecto cuenta que gracias a
Gustavo ha encontrado una alternativa y un camino diferente para ser feliz. Otro
de sus alumnos, Daniel Ibargüen, mejor boxeador Junior de Colombia, afirma
“gracias a Gustavo conocí este lindo deporte y logré ser Selección Colombia. Aquí
no se trata solamente de dar golpes sino de formar a las personas y ser
disciplinado. Todos mis problemas se solucionan con el saco”.
Mientras
tanto, en el oriente de Cali, específicamente en el barrio El Retiro, hay
jóvenes que todavía encuentran otras posibilidades de vivir y por medio del
boxeo ‘noquear’ a la violencia. El deporte definitivamente es una alternativa
para construir escenarios de paz.
Cuerpo y Espíritu: más allá de la
actividad física
Santiago
de Cali es una de las ciudades que posee un alto índice de homicidios, desde el
año 2012 hasta el 2015, los niños y jóvenes representaron el 50% de las muertes
en la ciudad. Sin embargo, para romper con esta estadística existe ‘Cuerpo y Espíritu’, un proyecto que a
través del deporte y actividades lúdicas busca el restablecimiento social e
integral de cada habitante de la ‘sucursal del cielo’.
‘Cuerpo
y Espíritu’ trabaja en las zonas vulnerables, en el sector del oriente de Cali,
donde se encuentran barrios que son tradicionales en la ciudad pero que no
habían sido explorados hasta el momento. Juan Carlos López, Director de ‘Cuerpo
y Espíritu’, expone que este es un programa incluyente para todo el que quiera
ser parte de él. “El proyecto impacta en los barrios; mañana, tarde y noche,
donde no hay comuna ni estrato, si usted vive en la comuna 13, pero de pronto
está haciendo alguna vuelta en la comuna 19 y ve que hay ejercicio en la noche
y se quiere meter, es bienvenido porque el programa es suyo, el programa es de
la ciudad”.
Este
proyecto de inclusión social no tiene ninguna restricción para que los niños,
jóvenes, adultos y adultos mayores participen en familia. El programa que fue
pensado para 14.000 personas al 30 de noviembre, en este momento cuenta con
24.000, lo cual demuestra el buen posicionamiento que tiene esta iniciativa.
Una
iniciativa que nace abanderada por la administración pública en cabeza del
Alcalde Maurice Armitage y el Secretario de Deporte Silvio López, con tan solo
un año, se ha convertido en un referente para otras ciudades. Robert Quiñonez Coordinador
de las comunas 12, 13, 14, 15 y 25afirma que, “el proyecto está enfocado en un
gran compilado de diferentes disciplinas deportivas. No obstante, las artes
marciales son en las que más se hace énfasis, sin dejar a un lado la actividad
física convencional. Esto hace que este programa recobre mayor relevancia en la
administración, ya que ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla y muchas
más quieren que les mostremos cómo fomentamos deporte e integración social a
las comunas que presentan alto índice de delincuencia”.
A su
vez Quiñonez, considera que el proyecto ya está consolidado y lo que se busca
es que no vaya a quedar en un solo barrio. “Estamos trabajando la parte humana
y la sensibilidad de manera permanente. La idea es doblar el número de
beneficiarios al 30 de noviembre. Sin embargo, lo que realmente nos interesa es
que se vea reflejado el querer y la interacción de la comunidad con el
programa”.
Sin
embargo, como el mismo recalca a pesar del reconocimiento que tiene ‘Cuerpo y
Espíritu’, el programa pasó por momentos difíciles, en especial, cuando ninguno
de los habitantes de los barrios marginados por la violencia lo conocía. “No
podemos negar que hay comunas que presentan problemas de las fronteras invisibles,
los monitores han sido atracados, inclusive. Pese a esto, no bajamos la guardia,
eso nos da pie para seguir fortaleciéndola. Nosotros no nos hemos negado;
cuando nos llaman los líderes, promotores deportivos o la comunidad en general,
ahí estamos, no importa cuál sea el barrio, la idea es no quedarse solo conel
discurso del programa como tal, siempre llevamos ‘Cuerpo y Espíritu’ más allá.
Desde la actividad física para la transversalidad general de la sociedad”.
Gloria
Quintero, Vicepresidenta de la Junta de Acción Comunal de Samanes del Cauca,
considera que este tipo de programas son muy importantes porque se les inculca
valores y disciplina a los beneficiarios, “se trabaja mucho la parte
psicológica de cada persona. Por lo menos al adulto mayor, se les brinda paseos
o terapias de risa para demostrarle la importancia que tienen a pesar de su
edad. El proyecto cuenta con 100 adultos mayores y la idea es que se sientan
queridos con este programa, que sus familias compartan más tiempo con ellos, intentando
que el núcleo familiar se fortalezca”.
Por
su parte, Ana Lidia Caicedo, beneficiaria, resalta la importancia que tiene
realizar ejercicio, compartir e interactuar con personas de otras comunidades,
“estoy muy contenta de hacer actividad física porque es salud para nosotros, me
encantaría que todas las personas salieran de sus casas para hacer este tipo de
actividades. Es muy chévere compartir con toda la comunidad, con grupos que yo
totalmente desconocía”.
Al
igual que Ana, en varios barrios se presentan diferentes deportistas que se han
hecho y se han forjado gracias a este tipo de programas. Tanto así que, ‘Cuerpo
y Espíritu’ se ha convertido en un semillero de manera indirecta para formar
promesas en las distintas disciplinas deportivas en las que trabajan. Juan
Carlos López, manifestó que, “muchos jóvenes salen de aquí para prepararse a
nivel profesional en Indervalle o se han sumado a las secretarias en las
diferentes dependencias, lo que demuestra que sí se está construyendo tejido
social comunitario”.
Jean
Carlos Cortez tiene 16 años y desde hace diez practica fútbol. Mientras se
ajusta sus botines Nike, talla 39, de tache alto, similares a los que utiliza Pogba,
se dispone a saltar a la cancha del barrio Decepaz, la misma en la que él se ha
formado a lo largo de una década. Hoy, mientras Jean Carlos se enfrenta contra
sus rivales de Sol de América, no puede dejar de soñar en seguir adelante y
sacar a su familia por medio del balompié.
El
volante de marca, que pasó por la Escuela del Atlético y actualmente se
encuentra en Comfandi, considera que el fútbol y ‘Cuerpo y Espíritu’ le han
inculcado valores y le han fomentado la disciplina que lo inspira a ser mejor
persona. “Desde que conocí el fútbol y el proyecto he cambiado mucho mi forma
de pensar, ya que esto es una nueva experiencia para mí. En el programa se
encuentran personas como César Mina, él es un modelo a seguir porque te inspira
a ser mejor, brindándote fortaleza y apoyo cuando más lo necesitas”.
Cortez,
en sus inicios no veía el fútbol como una carrera deportiva, sin embargo, con
el pasar de los años le cogió amor al balompié y se apasionó por todo lo que
abarca este deporte, “en ese tiempo no me gustaba mucho pero tenía la técnica,
luego empecé a entrenar en la Escuela que tenía mi papá y me llenó. En este
deporte no importa los recursos económicos que tengas, eso no debe afectar ni
mi capacidad ni mis ganas, si te esfuerzas puedes alcanzarlo, rendirse es de
mediocres y yo quiero ser futbolista a base de esfuerzo y dedicación”.
Y es
que ‘Cuerpo y Espíritu’, es un programa que a través del deporte intenta sacar
a los niños y jóvenes de las drogas ilícitas y el conflicto que rodea a estas
zonas vulnerables. Asimismo, los monitores siguen inculcándoles a sus
beneficiarios que la actividad deportiva no es solamente para el momento, sino
para la vida. A partir de esto, el programa va direccionando y cambiando el
chip a las familias de que sí se puede optar por un futuro a través del
deporte.
Un golazo por la paz
El
fútbol es el deporte rey sin lugar a dudas, según FIFA, alrededor de 265
millones de personas lo juegan en todo el mundo. 500 niños del barrio El
Retiro, y 200 de la zona de Ladera de la comuna 18 de Cali, entre los 7 y 18
años también practican este deporte con un fin distinto al que comúnmente se
hace: la reconciliación y la búsqueda de la paz.
El
proyecto ‘Golazo’ es uno de los promotores
del fútbol como método de paz. Desde el 2009 este programa de la Fundación
Carvajal tiene como objetivo alejar a
los jóvenes de los problemas de violencia que viven muchas veces en sus
barrios, para que ocupen su tiempo libre, y se formen en valores y cultura
ciudadana.
El
coordinador deportivo del proyecto, Giovanni Celorio, cuenta que el fútbol ha
sido la excusa para que muchos jóvenes se eduquen y se formen en diferentes
aspectos, “a través de esta metodología hemos transmitido a los jóvenes valores y habilidades para la vida, y es donde todo
finalmente desemboca en el tema de reconciliación. Es transmitir que hay otras
formas de afrontar la vida y las dificultades que se presenta en el barrio”.
A
través de la metodología “fútbol por la
paz”, que se inicia en 1997 en la comuna 13 de Medellín para frenar la
violencia, ‘Golazo’ decide tomarla, y apostarle a la formación en valores,
siendo cuatro, en los que más se hace énfasis a la hora del partido:
responsabilidad, respeto, honestidad y solidaridad.
23
monitores de la comunidad que han recibido formación a través de la Escuela
Nacional del Deporte, imparten las capacitaciones en los entrenamientos que se
llevan a cabo durante toda la semana en la jornada de la mañana y tarde.
Celorio,
dice que cuando iniciaron el proyecto había un nivel de desescolarización
aproximadamente del 40% en el barrio El Retiro, y al cerrar el 2014 estaban
estudiando cerca del 93% de los jóvenes. Andrés Vargas, coordinador de ‘Golazo’,
afirma, “el chico que llegue a golazo y no esté estudiando, nosotros lo recibimos
y le mostramos la ruta, lo llevamos al colegio, lo matriculamos y estamos
pendiente del seguimiento con la familia”.
El
psicólogo Kevin Giraldo, asociado al proyecto desde hace tres años, explica que
los jóvenes de estos sectores se enfrentan a un entorno difícil, de consumo de
sustancias psicoactivas, presencia de pandillas, bandas criminales y barreras
invisibles, “ellos están en un contexto donde la violencia es el común
denominador de las relaciones, y ven que los conflictos se resuelven por la
violencia. Lo que hemos tratado de hacer es mermar esas conductas, en conjunto
con la familia y los monitores”.
Del
impacto que ha logrado este proyecto puede dar fe, John Sebastián Rico, un
joven que ingresó al programa cuando tenía 13 años. Rico, como le dicen sus
amigos en el barrio tiene 18 años, porte de atleta, y en su físico se parece al
futbolista del Manchester United, Paul Pobga, su corte de cabello, y su
cadencia al caminar también lo asemejan. A pesar de que se quedó sin sus padres
cuando tenía siete años de edad, por la violencia que azotaba al barrio donde
vivía, John Sebastián no se dejó amilanar y al lado de sus abuelos logró salir
adelante.
Cuando
tenía 13 años, ya se entrenaba en las categorías inferiores del extinto Depor Aguablanca,
que por ese entonces militaba en la B del fútbol colombiano; pero un día le
llamó la atención el proyecto ‘Golazo’. Cuenta que decidió unirse después de un
día que vio pasar a la “marea azul” como llaman a los integrantes del proyecto,
por sus características y siempre habituales camisetas azules; indumentaria que
no sólo los hace merecedores de este sobrenombre, sino que también los hace
inmunes, casi como un miembro de los respetados cascos azules de la ONU, pues
con este uniforme pueden cruzar las temidas fronteras invisibles sin temer por
su vida.
Después
de pasar casi cinco años por el programa, y de haberse graduado del colegio,
John Sebastián logró conseguir trabajo en una empresa internacional de seguros,
en donde se desempeña haciendo telemercadeo. Comenta que los aprendizajes, las
capacitaciones y los valores que aprendió en ‘Golazo’ lo ayudaron a no
desviarse de sus objetivos y no caer en la delincuencia, “ahora que uno ya está
grande, comprende que lo que querían los profesores era inculcarle a uno valores.
Gracias a ellos soy la persona que soy”, expresa sonriendo, John Sebastián.
Se
ha probado para ingresar al Deportivo Cali y América, sin mayor éxito. Juega de
lateral derecho, y uno de sus sueños es debutar en primera división. Por eso se
entrena todas las mañanas, ya que en la empresa le dan permiso para jugar, y en
la tarde volver al trabajo. A las 6:30 p.m.
cuando termina sus labores, muchas veces visita a los que siguen en ‘Golazo’ y
también les enseña lo que aprendió.
¿A
quién admiras?, le pregunto. Al presidente Santos, bromea, “a Lionel Messi, lo
admiro porque es una persona honesta, si lo están cogiendo, no se cae. Hay un
comentario que dice, si se cae dejan de creer en ti y es verdad”.
De
los partidos en ‘Golazo’, Rico, recuerda que este se juega sin árbitro, consta
de tres tiempos, uno en el que a través de lúdicas se les explica a los
jugadores los valores que se van a trabajar, después el encuentro deportivo que
en ocasiones puede ser mixto, y finalmente el momento de la evaluación. Los jueces
son los mismos jugadores y no siempre gana el que más goles anota, sino el que
más sume puntos entre los valores y las anotaciones. “Golazo, no es un proyecto
para sacar jugadores profesionales, es para sacar buenas personas, para darles a
entender a los demás que las cosas son diferentes fuera del barrio”, concluye
John Sebastián.
En
los próximos años el proyecto apunta a incursionar en otros deportes como el
baloncesto y voleibol. ‘Golazo’, ha demostrado que el fútbol es mucho más que
un balón y una camiseta, que puede trascender y ayudar a evadir la violencia
para convertirse en goles de paz.

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